En la vida de las comunidades rurales el “territorio” es transversal, lo es, porque es el tablero de muchos ciclos. Del territorio vive el pescador, la ganadera y el agricultor, pero también la escuela de surf, el camping y el arqueólogo. Es el origen de nuestra agua y comida, es la base de los sectores primarios, pero también del cultural, turístico y ambiental. Es la fuente en la que brotan los recursos, y por eso la cuidamos, establecemos un diálogo con la naturaleza, un toma y dame. Y en esa relación es donde el territorio está ligado a lo inmaterial, a las emociones, a los recuerdos, a los saberes. Las personas tienen sus sitios, sus lugares en los que se sienten acordes con el mundo, en los que se miden con la naturaleza, en los que es más fácil que se abra el diálogo medio-cuerpo-mente. Los territorios rurales son montañas y prados de territorio emocional, inaprensible, intangible, incalculable, inembargable.
En la actualidad estamos participando y formando parte de la Plataforma Vecinal MonferoDiNON. Aportando nuestra experiencia en movimientos sociales y activistas, aprendiendo y trabajando en grupos de trabajo a nivel local, comarcal, autonómico y estatal. Es un movimiento social que se ha esparcido por casi todos los territorios del estado español, defiende la vida y el territorio, y lucha por paralizar infraestructuras industriales sobre nuestro patrimonio ambiental y cultural. Su expresión más notable fue la manifestación en Madrid a la que acudimos 15.000 personas bajo el lema #RenovablesSIPeroNoasí. Convocada por ALIENTE, una alianza en la que participamos más de 188 entidades a fecha de Noviembre 2021.
Con esto de defender los territorios del oligopolio energético se han formado plataformas vecinales, que en algunas ocasiones llegan a integrar a ecologistas con cazadores. Aglutinan todo tipo de perfiles de distintos sectores, gente jubilada o que vive retirada del mundanal ruido, con gente que quiere innovar y montar una empresa. Algunas están afectadas porque peligran sus recursos, pero todas, desde que se informaron, están afectadas emocionalmente porque peligra el territorio.
De nuestra observación y nuestro interés por el tema organizativo, y la aportación que la cultura y el cruce de disciplinas pueden hacer, nace este artículo. No es más que un refrito de lo que escriben otras. Su finalidad es generar cultura compartida sobre la organización de los movimientos, organizaciones sociales/activistas u otras. No hay solamente una intención técnica o de análisis conceptual, también lo hacemos para aprender, para cuidarnos y valorarnos a nosotras mismas y a nuestros grupos, entendiendo que somos amorfas y distintas, para desaprender los valores arraigados del individualismo y la competición, para aprender a aprovechar el potencial de lo que somos y lo que tenemos al alcance, por permacultura, por economía emocional y de recursos, y sobre todo por poner en valor lo colectivo. Quizás este texto nos ayude a escapar de la Torre de Babel, a compartir fotocopias en otros espacios comunes, a hablar bajo un imaginario compartido de cómo son y cómo se estructuran las organizaciones y los movimientos sociales en la etapa que nos está tocando vivir.
Contexto
Estamos sumergidas en un avance tecnológico que «no nos da tiempo». Van cambiando los tiempos, los procesos, las herramientas, nuestras actividades, nuestros trabajos, y hasta nuestras habilidades. Este panorama nos deja a nosotras y a nuestras herramientas obsoletas cada pocos años, seas de la generación que seas. Se hace difícil estar actualizadas, y más difícil aún que todas estemos actualizadas en la misma versión y con la misma lógica y las mismas apps.
Somos capaces de juntarnos en el mismo chat personas que acaban de aprender a usar el móvil, con gente que trabaja y vive acampada en la red, pasando por amistades, vecindades, y otras culturas de la relación off y online, y creernos que hablamos el mismo lenguaje y que nos entendemos. Todo este ecosistema relacional técnico-emocional no es fácil de gestionar grupalmente cuando hay que alcanzar un objetivo común.
Este cambio de paradigma es capaz de convertir en slogan comercial cualquier consigna, por revolucionaria, justa o injusta que sea. Horizontalidad, descentralización, transparencia, suelen venir en el menú de la “ensaladilla terminológica” que describe Ricardo de Colaborabora, en la Biblia «Guía incompleta para colaborar»
Colaboración, participación, cooperación, co-creación, innovación abierta, co-diseño, co-working… Actualmente, términos recurrentes del vocabulario de la empresa, la administración u otros agentes sociales. Terminología muchas veces tendenciosa y retórica, que puede convertirse en simple y perversa estrategia de mercado o en comodín vaciado de sentido y meramente instrumental. Pero también, posibilidad de acción, práctica habitual y reclamación política de algunos movimientos y corrientes más o menos (des)estructuradas; que podría suponer, si no un cambio de paradigma, sí una oportunidad para la recuperación, actualización y puesta en valor de lo colectivo y lo común.
A este panorama de obsolescencia hay que sumarle la precariedad en las estructuras de los movimientos sociales, en tiempo y en recursos. A la mayoría de las personas no nos da tiempo a involucrarnos en una organización activista, ganar dinero, cuidar de nuestros entornos inmediatos, y descansar. El trabajo activista se realiza mayoritariamente desde el voluntariado o el altruismo. Predominan la ausencia y la intermitencia, el rumor de la hierba…, aunque también la constancia o la sobreimplicación. Esto crea unas (des)estructuras de lo más variopintas.
Si somos organizaciones precarias, y además vivimos en pueblos y aldeas, sin servicios básicos, con los muy comunes alcaldes caciques, con vecinas de avanzada edad que no están familiarizadas con los pdfs, y con unos tiempos y haceres muy ligados al territorio, somos el ecosistema perfecto para que una multinacional tire la caña y vea si le dejan montar un parque eólico sus compiyoguis del miteco.
El lugar
La casa se construye en un lugar, en ese lugar ya existe un ecosistema.
Hay un ecosistema de intereses, por eso multitud de seres nos juntamos cerca de la charca y hablamos de objetivos comunes. Hay intereses diversos y objetivos comunes. Observar y comprender la diversidad de nuestro ecosistema nos puede ayudar a contextualizarnos, a posicionarnos en este ecosistema. Tenemos que prestar atención antes de ponernos a construir estructuras de cristal caramelizado, como los Curris de Fraguel Rock. Tenemos que ser conscientes de dónde estamos, por dónde entra la luz, dónde se hace el fuego, dónde van nuestros deshechos, y cómo nos refugiamos mejor de la lluvia. Montar tiendas de campaña a lo #15m puede ser una buena idea antes de ponernos a hacer planos, mover piedras, cortar árboles y hacer vigas para nuestra casa. En nuestro ecosistema hay recursos y seres, los hay funcionales y obsoletos, bonitos y feos, riquiños y molestos, estables y escurridizos, a algunos les prejuzgamos como invasores, otros florecen espectacularmente, otros en los que nunca nos habíamos fijado ahora nos parecen interesantísimos, otros son loops incansables, incluso hay monstruos, cuevas, acantilados, praderas windows, lugares mágicos y seres invisibles. Sí, también sabemos que hay oscuridad en nuestro ecosistema, como en cualquier otro, pero vamos por allí sólo lo necesario.
Transmite lo que has aprendido: fuerza, maestría, pero insensatez, debilidad, fracaso también. ¡Sí, fracaso sobre todo! El mejor profesor, el fracaso es. (Maestro Yoda)
La casa
Queremos una casa que albergue a nuestro movimiento, que sea justa, equitativa, que cuide a las personas, transparente, horizontal, cualquier ensaladilla terminológica, tenemos mucha hambre, la casa ideal. Todas tenemos una proyección de cómo debería de ser, y hay mucho que compartir y debatir. Pero el hecho de estar juntas cohabitando en un ecosistema ya es nuestra casa, es sin paredes, y no se sabe dónde empieza ni dónde acaba, pero cada día es más casa.
Aceptémoslo, somos una (des)estructura o una estructura amorfa, no estamos en esa horizontalidad, no somos una empresa, somos un movimiento social y trabajamos desde la precariedad.
Cualquier grupo de personas que, por razones se une durante un periodo de tiempo determinado y con un objetivo cualquiera, se dará inevitablemente una u otra forma de estructura: ésta podrá ser flexible y variará con el tiempo; tal vez sirva para distribuir tareas equitativa o injustamente y también para distribuir el poder y la influencia entre los distintos miembros del grupo, pero aquella se conformará independientemente de la personalidad, facultades, o intereses de las personas que lo componen. Jo Freeman «La tiranía d la falta de estructuras»
¿Cómo es nuestra (des)estructura ahora mismo?
Las abejas cuando enjambran salen de su casa. Es la madre adulta la que abandona con una comunidad grande la casa vieja, y se va a fundar vida de nuevo, a buscar otra casa. En ese impasse entre casa y casa, se posan normalmente en una rama de un árbol. La tía de Vane una tarde de primavera nos llamó y nos dijo: Venid! creo que he visto un enjambre apoyado. Iba andando por la carretera y de repente vi una bosta (mierda de vaca) en la rama de un árbol y seguí caminando, pero al poco pensé: ¿Qué hace una bosta de vaca en una rama de un árbol? Volví para atrás y era un enjambre. Ese enjambre lo cogimos, y su genética pervive en nuestro apiario a día de hoy.
Cuesta observar y aceptar que existe una estructura diferente al inicio de lo que sería una estructura ideal. Cuesta ver que nos confunden con una mierda de vaca. Pero somos un enjambre, con un común que nos une por los brazos, aunque tengamos un aspecto muy raro. Si no somos conscientes y honestas con lo que ya somos, puede que en ese proceso tan grande de construir la casa ideal nos sintamos frustradas.
Nunca se nos olvidará cuando entramos al estudio del arquitecto Xoan Mosquera y leímos en la pared “si puedes no construyas”.
Bajar una (des)estructura amorfa a la «vida real», es un proceso relacional complejo que acaba materializándose en tener un CIF, un certificado digital y abrir una cuenta bancaria. En el paradigma de la gobernanza y la burocracia no somos nadie sin estas tres cosas, pero fuera de ese paradigma existimos y estamos ya haciendo cosas. Una estructura de este tipo, con su CIF, conlleva un montón de muebles o herramientas asociadas. Personas con perfiles diversos llegamos a acampar al ecosistema, con camionetas llenas de muebles ya construidos, y con numerosas ideas de construir mobiliario nuevo y estructura base para la casa. Actualizar y gestionar cuentas de mail, de redes sociales, tesorería, contenidos, documentos colaborativos, textos, prensa, diseño, web, tratar de coordinarse online usando las diferentes herramientas que cada uno (des)conoce, puede suponer un enorme desgaste solamente en mantenimiento.
Amador Fernández Savater en El paradigma del gobierno y el paradigma del habitar, define dos formas de mirar que se entremezclan, dos formas de accionar, hacer o ser en el colectivo
El «paradigma del gobierno», en el cual se trata de conducir la realidad desde una Idea o Modelo. Empujar lo que es hacia lo que debe-ser, combatiendo para ello sin tregua contra los mil obstáculos que siempre aparecen en este camino: la realidad y su tozuda tendencia a desviarse de la línea correcta, los rivales que tienen otra idea de lo que debe-ser, la plebe que se obstina en seguir mirando con sus propios ojos, etc. Es un tipo de mirada que quema y desertifica las situaciones donde germinan los posibles que pueden cambiar el mundo.
El «paradigma del habitar», en el que se trata de cuidar y expandir las potencias que ya hay, que ya somos. Consiste primero en percibir y “creer en el mundo” como pedía Deleuze; en lugar de proyectar lo que debe-ser, consiste en detectar y entrar en contacto con los puntos de potencia (energías, fuerzas, intensidades) que ya están ahí.
Recuerda que El paradigma del gobierno ha modelado de cabo a rabo nuestro imaginario occidental: para lo mejor (por ejemplo, la declaración de los Derechos Humanos) y para lo peor (esa voluntad de convertirnos en “amos y dueños de la naturaleza” enunciada por Descartes y que hoy esquilma el mundo).
Y es que parece que la burocracia legitima los procesos. Parece que institucionalizándonos, burocratizando nuestros procesos, vamos a alcanzar ese “caché” de oficialidad para nuestra casa ideal, antes de tenerla construida.
Ania González y Agentes del caos, en “otras institucionalidades”, examinaban el grado de interacción de los movimientos con las instituciones y su aparato burocrático, y reflexionaban en torno a conceptos como: La Parainstitucionalidad, planteándose la necesidad de crear nuevas instituciones cuando las actuales no nos sirven o no cumplen su función. La Necroinstitucionalidad, proponiendo reflexionar acerca de la prescindibilidad o la muerte institucional, acerca de estructuras zombies vaciadas de sentido.
La institución, en tanto proceso instituyente, es toda aquella forma de organización colectiva que trabaja en el ámbito del procomún. Otra institucionalidad es una actitud que tratamos de asumir para nosotrxs mismxs, de trabajo relacional, de atención al contexto, a las relaciones de poder y a las cuestiones de género, de compromiso por los modelos colaborativos que fomentan el procomún.
Y es que la burrocracia, como le llamamos por aquí, transporta mucho peso institucional, mucha gobernanza, y nos hace andar muy lentas, muy pesadas, muy estomacantes…, son digestiones difíciles. Los movimientos sociales son espontáneos por naturaleza, no suelen venir con receta ni precocinados, nacen (des)estructurados y además quieren «salvar tot«, nacen desde la sociedad cuando la cosa ya está fea y hay que hacer algo, por lo tanto nacen ligados a una urgencia que suele ser incompatible con los tiempos de la burocracia y la mayoría de las instituciones.
En 1964 Henry Mintzberg incorporó el concepto de Adhocracia en su tipología de las configuraciones organizacionales
las organizaciones adhocráticas coordinan tareas a través de la adaptación mutua de sus integrantes, la aceptación de la diversidad y la colaboración asimétrica. Dicho de otra forma, en las organizaciones adhocráticas no se espera que los miembros aporten lo mismo ni en las mismas cantidades, sino que se promueve la colaboración libre, gozosa, espontánea, no meritocrática ni coercitiva. Son organizaciones orientadas hacia la innovación y el cambio. Deben permanecer flexibles ya que éstas cambian su forma interna con frecuencia.
Alvin Toffler sostiene que las adhocracias aparecerán más a menudo como estructuras temporales formadas para resolver un problema y disolverse tras esto, y que se harán más comunes y reemplazarán a la burocracia.
Hablando de proporciones
Cathy Levine, en “La tiranía de la tiranía” habla de casas grandes y casas pequeñas
Un grupo grande funciona como una suma de partes en la que cada miembro funciona como una unidad, un engranaje de la rueda de la organización más grande. El individuo está alienado por el tamaño y se ve relegado a luchar en contra de los obstáculos que genera el tamaño del grupo… Por otro lado, los pequeños grupos, multiplican la fuerza de cada uno de sus miembros. Al trabajar colectivamente entre pocas personas, los pequeños grupos utilizan al máximo la variada contribución de cada integrante. Lo que permite alentar y potenciar los aportes individuales, en vez de perder tiempo en la competencia por la sobrevivencia del más apto, más astuto o agraciado de la organización.
Según Robert H. Waterman, Jr.: “Los equipos deberían ser lo suficientemente grandes para representar a todas las partes de la burocracia que se verán afectadas por su trabajo, también lo suficientemente pequeño para hacer el trabajo eficazmente.”
No hay una fórmula que funcione para todas, ni esto se resuelve sólo con el parámetro de la proporción. Cada ecosistema tiene su naturaleza, sus recursos, su devenir, es cosa de armonía entre los seres que lo habitan, es cosa de ir juntando recursos, medir, probar y ver qué pasa.
Unas preguntas: ¿Qué está funcionando actualmente en esta (des)estructura?. ¿Nos hemos parado a pensar qué tipo de (des)estructura nos conviene más en la línea de tiempo a corto, medio y largo plazo?
Otra herramienta para pensar sobre la cooperación, promover y diseñar entornos colaborativos y distribuidos es: #KOOPtel : Tener en cuenta la base, el aroma, el juego de proporciones, el procedimiento de preparación, la decoración, la cristalería, la coctelera y otros utensilios específicos… Todo un ejercicio de mezclar y agitar, de elegir y combinar elementos con creatividad, para conseguir el mejor cóctel posible para cada situación.
¿Qué armonía?
La que nos motiva mientras escuchamos a las demás, esa parece buena. Equilibrio, proporción y correspondencia adecuada entre los tiempos, los diferentes seres y los recursos del ecosistema.
Si nos ponemos a vivir, a habitar, a observar, simplemente por posición, por tiempos, por afinidad, o por conocer o desconocer el uso de las mismas herramientas, vamos a relacionarnos. ¿Qué es lo que me atrae en este ecosistema, qué me motiva, qué es lo que quiero hacer? Puede que en principio no sea el tipo de «movida» relacional o organización que pensábamos, justa, ideal, cuidadosa y equitativa, pero sin duda alguna, en la línea del tiempo, es lo que tenemos, es lo que está pasando, es la charca en la que nos hemos juntado. Si nos relacionamos como somos podremos experimentar en la práctica, en la acción, los conceptos de nuestra ensaladilla terminológica.
Los muebles
Necesitamos muebles y herramientas, para relacionarnos y construir. Hay muchas formas de sacar un tornillo, podemos hacerlo con diferentes herramientas y éstas van a condicionar el tiempo y el resultado de la acción. Las herramientas condicionan las acciones, y las acciones dan forma y estructura a las organizaciones.
Hay mucho que seguir aprendiendo de la historia, pero tratar de hacer un copy paste y seguir con rigor los modelos organizativos o herramientas del pasado, puede convertirse en un proceso agotador en este nuestro contexto de obsolescencia.
Si utilizamos un docs (documento colaborativo online) como una pizarra virtual que vemos todas a través de zoom, en la que trabajamos todas a la vez, estamos perdiendo las ventajas que aporta esa herramienta. Un docs permite que cualquier ser del ecosistema entre a cualquier hora a escribir, aportar, corregir, proponer. Esto permite agilidad y descentralización del proceso. Alguien empieza un texto por la tarde, otra antes de cenar lo avanza, comenta ideas, por la noche otras dos personas articulan las ideas de las demás. Al día siguiente el primero ve lo avanzado que está el texto y sólo tiene que darle unos toques, por la tarde todas estamos de acuerdo. Así era como funcionaba @montenoso, cada una en una parte de Galicia.
Para hacerlo tienes que confiar en las demás y saber perder partes de lo tuyo. Confiar tanto como puedas, porque en tu ecosistema son esos seres los que están haciendo posible esas cosas.
Sobre todo, hay que saber perder partes de lo tuyo. Construyes una parte tan bonita, con tu estilo, con rigurosa justicia, aprovechando los recursos con osadía, cada palabra tenía sentido en esa posición, pero al día siguiente… ves que tus compañeras han cambiado cosas, han movido bloques, han pasado una corrección de estilo. Si dejas que tu trabajo se deshaga, al día siguiente eso que encuentras, por lo menos, ya parece una habitación. Cuando leas eso podrás apuntillar algo, (Caridad! decía nuestro amigo Luis en innumerables ocasiones, apelando a respetar el hacer de las demás personas), podrás cambiar una mesita de sitio, el color de unas cortinas, quizás algo que mejorará el próximo texto, sí, hay mucho que mejorar y transformar, pero ya hay muebles, ya hay habitación.
Los tiempos
El tiempo depende de la posición. Cada individuo del ecosistema tiene una posición que depende del grado de afección/afectación con la causa o la injusticia. Comprender que las personas están posicionadas bajo diversos niveles de afección/afectación puede ayudarnos a entender los tiempos y buscar un compás común en el grupo.
La persona que va a ser desahuciada de su casa, la que ve que desaparece el agua que bebe, la que sabe que el patrimonio material e inmaterial que va a perder su comunidad es irrecuperable, cuenta los días, cuenta las horas, ve cómo llega esa fecha, ese deadline, tiene una urgencia que requiere acciones a corto plazo. Algunos objetivos son vistos a largo plazo por muchas personas, como desarrollar nuestras propias comunidades energéticas, y sin embargo la gente del grupo específico que trabaja esto todos los días, lo puede estar viendo a muy corto plazo.
Así pues el tiempo se percibe de diferente manera por cada ser del ecosistema, el agua corre a diferente ritmo en cada parte de la charca, la línea de tiempo (de ruido) en nuestras cabezas es diferente, el corto, medio y el largo plazo se ven más cortos o más largos dependiendo desde dónde se miren. Podemos decir que la «urgencia» no es igual para todas, puede estar encima de tí y no verla, estar lejana y sentirla muy cerca, ser invisible o incomprensible desde otras posiciones.
Cuando se trata de movimientos sociales o activistas cuyos objetivos están relacionados con lo básico de la vida, el corto plazo es el que define las acciones, las acciones se hacen para «sobrevivir». El tiempo lo marcan otros, la urgencia viene impuesta desde fuera, la fecha límite para alegar o para que se ejecute la «injusticia» la marca el juez, la administración o la promotora.
El barco de OpenArms en el marco de la crisis migratoria es como un gato en reposo, permanece quieto, aparentemente relajado, pero con gran capacidad de reacción. El cortísimo plazo exige tener la herramienta barco y su equipo a punto, y define las acciones básicas de la organización. Esa es la estructura que define a OpenArms, rescatan personas desde su barco. Luego habrá un despacho con un ordenador, un CIF, una cuenta bancaria, y mucho más que eso.
Emplear mucho tiempo y energía en pensar la estructura, o implementar mucha burocrocia en nuestra organización, puede ser un proceso desmembrador en un escenario cortoplacista. Seres y recursos de nuestro ecosistema dejan de existir en ese tiempo de la casa ideal. Si vamos perdiendo recursos y seres, probablemente llegaremos menos fuertes a nuestros objetivos a medio plazo, sobre todo de ánimo.
Los grupos
Los seres del ecosistema llegan motivados por un interés, desde el que se relacionan con los recursos y el medio. En la charca, la libélula no tiene miedo y se posa sobre la mano del humano. El tritón se camufla entre las piedras del mismo color, mira desde abajo al humano, espera que se vaya para seguir con sus labores. A los zapateros les da igual el humano, son muchos, descentralizados, hacen su trabajo, su vida. El humano cortó la silva que entraba en el agua, pero la cortó a destiempo, su raíz ahora es más fuerte y va conquistado el subsuelo.
Vamos a hacer una división, sabiendo que en el ecosistema todo se entremezcla, pero probemos a hacer un corte entre dos tipos de grupos sin enfrentar sus naturalezas:
Por un lado, hay grupos relacionados con objetivos concretos, con tareas específicas que empiezan y acaban. Como, por ejemplo, los grupos de acción directa que bajan a parar un desahucio o a montar una mesa de alegaciones, pero también grupos trabajando en materias concretas, como el grupo “Biosfera», que trabaja casos locales a corto plazo y tiene objetivos también a medio y largo plazo.
Por otro lado, hay grupos relacionados con la administración de la estructura, grupos que ejecutan tareas rutinarias o de mantenimiento, como podrían ser los grupos de coordinación o administración, o el grupo que actualiza la web.
En el movimiento que defiende la vida y el territorio, hay muchos frentes abiertos, muchos objetivos concretos, a corto, a medio o a largo plazo, que se ven desde algunas posiciones y no se ven desde otras. En torno a los objetivos concretos se suelen articular grupos lanzadera, de naturaleza adhocrática (aunque no sean conscientes de ello), grupos que funcionan por la emoción que da encontrarle la solución a un problema. Muchas veces funcionan bajo la presión de un deadline externo que les marca una urgencia, o dependen del desarrollo de los acontecimientos para que el trabajo tenga un resultado. Dependiendo de la urgencia, pueden llegar a esquivar las burocracias internas y externas que se van encontrando, las regatean silenciosamente si es necesario. Pueden cometer deslices formales, son capaces de publicar un texto con un párrafo repetido, pero lo hacen en el momento clave para que estalle en el sitio oportuno. Sacrifican formalismos, reducen protocolos, temporalmente aceptan perder el control de las jerarquías, de la toma de decisiones, sus miembros cambian y asumen los roles que les van tocando, lo intentan todo, se apoyan, se hacen una bola imparable que llega a su objetivo y desaparece. Cuando desaparecen dejan un impacto, y a veces un residuo que es el código, para que otras lo aprovechen. Ese código se va llevando de boca en boca por los lugares y las tiendas de campaña, pasa por las plazas donde se gobierna y sigue hacia otros lugares inesperados y ecosistemas.
En torno a la gobernanza de nuestra organización creamos los grupos centrales, desde los que se coordinan los demás grupos y se convocan las asambleas presenciales y las tomas de decisiones, entre otras labores. Son los que montan la barra en el ágora. Es un grupo con grupos formales e informales orbitando alrededor. Sin este grupo estaríamos perdidas cuando buscáramos un centro. Hacen de faro y de altavoz de los resultados o necesidades de los grupos lanzadera y grupos de trabajo. Tienen visión de la red completa, saben dónde se está tejiendo y dónde se va a romper el hilo, y se encargan de comunicarlo interna y externamente. Su objetivo es tratar de llevar un compás, balancear las urgencias, fomentar e impulsar a los sub-grupos, agilizar la gobernanza, la burocracia y la interlocución. Manejan el tiempo al que va la construcción de la casa, supervisan y monitorizan los procesos. La flexibilidad de estos grupos va a depender de la conciencia organizativa de sus integrantes, y de su capacidad de generar burocracia lo suficientemente divertida para que las interacciones sucedan, o por el contrario, generar burocracia desmotivadora.
Las relaciones entre los grupos lanzadera y los grupos de coordinación son dispares. Pueden acabar en conflictos de separación de entidades o miembros, «porque no contaron con nosotras para esto, porque nos adelantaron o nos retrasaron, porque no han participado o porque han acaparado«. O puede armonizarse en un simple «nos sumamos a la propuesta» de gobierno o de acción.
Los roles
Las relaciones generan roles de grupo.
Os vamos a hablar de desexpertización porque entendemos que, en nuestro contexto, los perfiles y los roles son cambiantes y acumulables. En nuestra interacción estamos continuamente re-aprendiendo modos relacionales. Aprendemos el uso de una herramienta a la fuerza y de repente dejamos de «no saber hacer» algo. Si tienes que leer una ley, un BOE, o hacer un cartel, y acabas haciéndolo porque no queda otra, no eres experta, pero ya eres aprendiz sólo por el interés que le has puesto. Quizás tu mirada, que viene de otra parte de la charca, puede aportar matices, recursos o movimientos que se traduzcan en resultados eficaces, aunque sean inesperados o diferentes. Los “expertos” suelen estar muy ocupados como para trabajar en la precariedad de los movimientos sociales. A nuestro alcance tenemos el potencial de la desexpertización, aprendices valientes en el arte de entender y ejecutar las normas de la academia, de innovar y mantenerse en el juego.
En 2015 Roberto Gómez de la Iglesia en “Hibridar para innovar: las artes y la cultura en procesos estratégicos y de innovación” hablaba del valor de la desexpertización. Desde Conexiones Improbables han demostrado mediante píldoras y acciones con agentes «diferentes» el potencial de la desexpertización en el ámbito empresarial cultural y social. También trató el tema Vanesa Castro en El ecosistema cultural de Montemor-o-novo, y lo ha llevado a su práctica más performativa y recurrente el maestro Isidoro Valcárcel Medina en su arte de acción.
Conocer qué rol desempeñamos principalmente, o qué cantidades tenemos de diferentes roles, es una sorpresa personal que nos ayuda a ser flexibles. Sobre los tipos de roles y cómo detectar porcentajes de esos roles en nosotras mismas, os recomendamos dos entradas de Colaborabora:
«Explorando roles: castores, arañas, anclas o el rumor de la hierba», y «Descubriendo teorías sobre roles, personas y grupos» , en el que recopilan diferentes técnicas para definir roles.
Por un lado encontramos técnicas que trabajan los roles como funciones que un grupo debe tener para ser efectivo, metodologías de trabajo o definiciones como la de los roles de equipo de Belbin, que se enfocan en los roles respecto a las distintas funciones necesarias para realizar la tarea del grupo. Otras referencias sobre roles hacen más hincapié en tendencias que cada persona tiene predominantes, algunos ejemplos como el trabajo con el Eneagrama o la PNL Tecnica de Programación Neuro Lisguística, son metodologías de trabajo referentes a la personalidad o a los patrones que cada persona ha ido adquiriendo a lo largo de su vida por diversas circunstancias.
Liberar el código para gobernar una gran casa
El código fuente de un programa informático (software) es un conjunto de líneas de texto con los pasos que debe seguir la computadora para ejecutar un cargador.
El código abierto permite a los/las programadores/as leer, modificar y redistribuir el código fuente de un programa, éste evoluciona, se desarrolla y mejora. Los usuarios lo adaptan a sus necesidades, corrigen sus errores con un tiempo de espera menor al del desarrollo de software convencional o cerrado, dando como resultado la producción de un mejor software.
¿Cuál es nuestro código fuente? ¿Dónde lo guardamos?
Nuestra propuesta es guardarlo en el centro del gobierno, en el centro del ágora. El único gobierno, la única burocracia que nos motiva, es la que guarda el código en el centro y administra cómo liberarlo para que otras lo lean, lo copien, lo modifiquen y adapten a sus necesidades en cualquier parte del ecosistema.
Texto e ilustraciones por Iñaki López (Fur Alle Falle)
Me gusta la perspectiva que se utiliza para darle valor a esta desestructura de la que formamos parte. Gracias por esta reflexión.🤗🤗
Aupa Iñaki.¿Qué mejor que que nos confundan con una booñiga de vaca? Ser el abono, ser el compost, ser enjambre desestructurado, ser a la vez guerrilla y retaguardia, acción y reflexión, ser un engendro instituyente.Eskerrik asko por abrir la conversación y por esta devolución. ¡Es bonito vernos y sentirnos parte del código fuente, del caldo de cultivo!